Vox: España, lo último
El entramado hispanista e hispanojudío y por qué el centroderecha español es irreformable desde dentro.
En mi anterior artículo denuncié la ideología “hispanista” actual —mejor llamada hispanchismo— y expliqué por qué es un vehículo para que la derecha nos venda el multiculturalismo tercermundista como algo “basado,” “de derechas” y “una continuación de la historia de España.” Desde entonces, el debate en redes y medios no ha hecho más que recrudecerse, y hemos visto a políticos como Hermann Tertsch y Juan Carlos Girauta, así como a escritores y opinadores vinculados a medios y think tanks de Vox como Hughes e Iván Vélez, defender su visión de la hispanidad: unos intentando, con manidos argumentos, convencernos de la necesidad de una unión con Hispanoamérica; y otros llamando “nazis” a cualquiera que les lleve la contraria.
Ya es evidente que muchos líderes políticos y opinadores de Vox están completamente imbuidos en un cóctel ideológico que incluye hispanchismo, sionismo, atlantismo, setentayochismo y liberalismo; en definitiva, una importación cutre del conservadurismo boomer americano. Bien, dado que esto es evidente, lo que trataré de responder en este artículo es el porqué.
Y la respuesta a ese porqué me llevará a concluir que Vox, contrario a lo que muchos esperan —“un cambio de rumbo que escuche a sus bases”—, nunca va a poder desligarse de esta ideología, ya que es el resultado de haber formado parte, desde el principio, de una red de entramados e intereses que trascienden el territorio español y que, una vez instalados, son casi imposibles de deshilvanar. Un entramado que incluye lobbies y operativos extranjeros que anclan la política del partido (y del país) en intereses ajenos e ideologías sin arraigo en la tradición española, importadas de fuera para subordinarnos.
Fundación Disenso
La Fundación Disenso es quizá la organización más importante, y la que conecta a todas las que mencionaré más tarde. Es el think tank principal de Vox, fundado en 2020. Desde entonces recibe 2,5 millones de euros anuales del partido; solo este año 2025 Vox ya le ha ingresado un millón de euros más, dinero originado en las cuotas de afiliados y en los ingresos que Vox obtiene del Estado por su representación parlamentaria. La fundación declara gastar más de un millón de euros al año en gastos de personal y otro millón en “otros gastos.”
Disenso es clave porque edita La Gaceta de la Iberosfera, impulsó la llamada Carta de Madrid: en defensa de la libertad y la democracia en la Iberosfera, y por lo tanto es el órgano central de Vox que promueve la ideología panhispánica y latinoamericanista, conectando con políticos de esos países. A sus conferencias también asisten figuras de otros grupos del entorno de Vox y del centroderecha español.
La Gaceta de la Iberosfera ha publicado artículos de hispanchistas como Marcelo Gullo, marxistas y gustavobuenistas, llamando a la inmigración masiva y celebrando que nuestras ciudades sean reemplazadas por “hispanos” en nombre de sus delirios hispanchistas que sólo han sido vistos con indiferencia por sus columnistas “conservadores.” ¿Cuándo han decidido reaccionar estos? Cuando desde las redes se ha cuestionado la ideología hispanista actual: igualitaria, inmigracionista y sustentada en el leyendarosismo más absurdo, diseñado para enfrentar a los españoles con el resto de europeos

¿Por qué es tan importante mantener esta ideología para el entorno de Vox, hasta el punto de justificar alianzas con izquierdistas de todo pelaje, mientras atacan a quienes quieren centrarse en los problemas de España y Europa? Porque la Fundación Disenso ha sido desde el principio una organización panhispanista que utiliza dinero del partido (es decir, del Estado y de los afiliados) para formar a “futuros líderes” de esos países en Madrid, además de organizar eventos a los que asisten políticos “latinoamericanos.” Algunos de esos “líderes” son españoles que luego aparecen en medios como Intereconomía o Estado de Alarma apoyando el hispanismo y la “inmigración necesaria.” No es casual que cada vez que se critica esa ideología salte toda una red de políticos y opinadores formados en ese ecosistema a atacar al personal.

David Hatchwell, la Fundación HispanoJudía, ACOM y otros agentes del lobby sionista
Empresario inmobiliario y financiero, ex presidente de la Comunidad Judía de Madrid, David Hatchwell es cofundador de ACOM y presidente de la Fundación HispanoJudía. Es hijo de Mauricio Hatchwell, quien llegó a España en 1964 y en 1971 fundó el EXCEM Grupo, iniciando una labor multigeneracional de influencia en la política española. Mauricio estaba presente en la ceremonia en la que el rey Juan Carlos revocó formalmente el decreto de expulsión de los judíos ante el presidente israelí, Chaim Herzog.
La Fundación HispanoJudía fue creada en 2016 (impulsada por Hatchwell y el exfiscal Ruiz-Gallardón) con capital de donantes desconocidos. No están precisamente escasos de recursos: su mayor proyecto es el futuro Museo Hispanojudío, que costará 40 millones y “celebrará lo mucho que tienen en común el mundo hispano y el pueblo judío.” La FHJ incluso pagó 2 000 €/mes a Girauta.

ACOM es una ONG española fundada en 2004 dedicada a la “amistad España–Israel”. Celebra conferencias pro-Israel, pero lo más notable es su labor legal, ya que presume de haber logrado 85 victorias legales contra el movimiento BDS, de sanciones económicas a Israel. Esta organización trabaja con el bufete Cremades y Calvo-Sotelo (sí, esos Calvo Sotelo) que tiene oficinas en Tel Aviv y todo Hispanoamérica para luchar por este tipo de victorias legales y, entre sus logros, se encuentra el de la sentencia del Tribunal Supremo contra los boicots anti-Israel, la primera de su tipo en Europa.
El objetivo de estos operativos extranjeros es traer a España el mismo fanatismo pro-Israel que existe en Estados Unidos. Hatchwell fue clave en el viaje de Abascal a Israel en 2023 y ya se le ha visto en televisiones defendiendo las acciones excepcionales del etnoestado Israelí, mientras que para España Vox nos recetan la “democracia,” y nos aconsejan abrazar la inmigración de nuestros “hermanos de fe”, eso sí, en una versión “legal”.

El nombre de HispanoJudía resulta irónico y, a la vez, muy preciso para describir una ideología que fusiona hispanchismo con sionismo y judeofilia extrema. Una ideología que incluye no solo a Israel, sino también a toda “Iberoamérica” bajo ese supuesto “Occidente” que intentan vendernos como una cultura unida, aunque en realidad simplemente responde a la órbita geopolítica del poder norteamericano.
Lo llamaría hispanchojudaismo o judeopanchismo: el primo del hispanchismo, otra ideología antirracista y secular, extremadamente conveniente para que los marginados por el imperio español —judíos y amerindios— se sumen a la “hispanidad”.
Estas narrativas son tan falsas como las que usan los rojos con los musulmanes y el “Al-Andalus güeno” : “compartimos genes y civilizacion”, y por eso debemos “abrirles las puertas.” Para dar la bienvenida al extranjero, usurpan la historia de España y nos arrebatan nuestra nación.
No son los únicos actores Israelíes en la política española: ya en el evento VIVA 24 participó el ministro israelí del Likud, Amichai Chikli, responsable “de la diáspora.” La colaboración de Vox con estos operativos extranjeros del “hispanchojudaismo” es, por tanto, innegable.
Creo que es muy ilustrativo de cómo se organizan estos grupos de presión que el vicepresidente de la organización HispanoJudía sea Pablo Kleinman, un judío con nacionalidad argentina y estadounidense que también trata de influir en la política española. Esta peña literalmente colecciona pasaportes como quien colecciona cromos para expandir su influencia allá donde les dejen. Muchos de estos judíos no estaban aquí hasta hace unas décadas, algunos incluso no pisaron suelo español hasta que Rajoy regaló la nacionalidad a los sefardíes en 2014.

Pero no creo que esa estrategia funcione: esta pretensión de arrastrar a España desde su posición europea hacia derroteros orientales (Israel) y americanos (Estados Unidos e “Iberoamérica”) fracasará porque España sencillamente no es un país proisraelí, y ese sionismo de Vox no entusiasma ni siquiera a sus propios seguidores. Sin embargo, lo que sí podrían lograr es imponer leyes contra el antisemitismo que acaben dando a la izquierda y a la derechita PPera herramientas para perseguirnos a quienes no comulgamos con la mentalidad del establishment, no solo en estos temas, sino también en otros controvertidos. Leyes que limiten la libertad de expresión en favor de minorías o “colectivos”, en este caso el judío, como las que ya han apoyado en el pasado. Y esta misma gente que después llora por los “wokes” y otras minorías que parasitan el Estado…

Vox, el Ayusismo, y la derecha que va hacia ninguna parte
Por eso mi conclusión es clara: Vox, la “unica esperanza de la derecha”, es irreformable. La alternativa para quienes no somos boomers es crear nuestras propias organizaciones: think tanks anti-inmigración, asociaciones, grupos de presión e incluso partidos políticos. A los boomers de Vox y PP les importa una mierda nuestra opinión. Sé que muchos menores de 35 que me siguen y me leen son militantes en Vox o PP que esconden sus ideas, esperanzados en que cuando los boomers desaparezcan podrán acceder a algo de poder. Pero con el terreno cultural y estructural devastado que dejarán a su muerte, y con todas estas redes de presión (setentayochistas, hispanchistas e hispanojudías), no vais a tener margen de maniobra para cambiar esos decrépitos partidos. Lo único que se puede conseguir entrando en Vox y PP es traicionar tus ideas con cada puñalada institucional.
Vox es simplemente el PP de 2004‑2008: ese PP que tampoco supo frenar el cambio de régimen ultraizquierdista que trajo Zapatero. Puede que sea incluso peor, porque lo que están haciendo es traer a la mentecata derecha hispanoamericana a España. Esa derecha que, reflejo de las élites criollas de esos estados disfuncionales, siempre entra como un elefante en una cacharrería y que solo ha perdido frente a la izquierda más fanática del continente. Y ojo: el caso del PP es aún peor. Si te metes siendo joven en ese partido, tendrás que juntarte con todos esos Ned Flanders de sexualidad cuestionable que hablan exactamente igual que un boomer sobre pensiones y que adoran a la musa “trans” hispanchista Isabel Ayuso. Un destino cruel.
Vox simplemente ha fallado en el cometido por el que fue votado y ha abrazado quijotadas absurdas. ¿Acaso Vox existiría sin el problema que supone la inmigración? Lo dudo. La “derecha populista” es la consecuencia de la estupidez y del ansia de poder de las élites sociatas y PPeras, que importaron millones de personas —musulmanes, africanos— y crearon el caldo de cultivo para estos partidos.
Pero incluso en los países donde esas derechas tibias y neocon han llegado al poder en Europa Occidental, como Italia, tampoco se ha detenido el “gran reemplazo”. Solo han puesto frenos tímidos a la inmigración ilegal y han ajustado levemente el número de pasaportes para inmigrantes “legales”.
Sólo en Europa del Este han resistido, porque sus élites no se dejaron seducir por la estrategia de traer mano de obra barata para inflar sectores económicos de mierda como el turismo o las apps de comida rápida. Y no es porque sus “derechas populistas” sean mejores, sino porque entre eslavos y magiares aún existe un etnocentrismo real, un sentido comunitario que los europeos occidentales dejamos atrás hace mucho, y que los hispanchistas e hispanchojudíos quieren evitar que vuelva a nacer a toda costa. Si no recuperamos ese sentimiento etnocéntrico pronto, Europa Occidental está condenada.
Así que, viendo el panorama ideológico, los lobbies y los incentivos electorales y económicos que sostienen Vox y el PP (FAES, CEOE), lo más probable es que lo mejor que podamos esperar del próximo gobierno sea un freno leve a la inmigración, muy lejos incluso del visto durante la etapa de Rajoy. Y en el peor de los casos, una traición al estilo británico de la “Boriswave”.
Al final, los únicos que saldrán ganando, y mucho, con un hipotético próximo gobierno de PP y Vox serán los hispanchistas y los sionistas.